viernes, 18 de marzo de 2016



A pocos minutos de su festividad nos permitimos hacer llegar esta reflexion escrita a cuatro manos entre dos miembros de nuestra redacción.

Hoy es el día de san José, que gran Santo ¡y tan poco mencionado! En el argot de nuestro país se lo definiría como a un ''laburante'' , un desconocido, un ciudadano anónimo pero ejemplar, un santo varón recto que, cuando las apariencias le hacían dudar de su esposa, prefirió afrontar la maledicencia para conciliar su amor por la ley (porque era varón justo) y su amor hacia aquella a la que se resistía creer culpable. Superada la prueba (que tuvo que ser dura para un hombre israelita), Dios le recompensó revelándole por ministerio angélico el misterio de la Encarnación del Verbo y dándoselo en custodia. San José se convirtió así en padre adoptivo de un hijo no biológico, pero nacido de su mujer sin concurso de otro varón (de quien es el huerto es la flor que en él nace), y lo hizo con amor, un amor a prueba de todo: de la persecución, del exilio, de la incertidumbre por el futuro. Amor a un hijo al que no entendía del todo, cuyas acciones se escapaban a veces de la normalidad en la vida de un muchacho. María guardaba todo esto en su corazón porque sabía que su hijo estaba destinado a algo grande (lo había visto claro en el anuncio del arcángel), pero José sólo sabía que Jesús salvaría al pueblo de sus pecados, sin imaginarse cómo. En medio de sus cavilaciones, este hombre sencillo y trabajador, seguramente cansado, angustiado por los vaivenes de la vida, siempre siempre estuvo de la mano de Dios y fue fiel; por eso junto a su santa Esposa mereció el honor de ser el confidente del más grande misterio del mundo y de la Historia. La santidad es para todos: mecánicos, diseñadores, oficinistas, médicos, peones... y en este caso un artesano, un carpintero que tuvo en sus brazos al mismo Dios hecho un bebé, que lo vio crecer y tuvo la enorme responsabilidad junto a su mujer de guiarlo, fiel a la ley divina, varón justo, pero no maestro de la ley, que la tenía grabada en el corazón. Porque, como dice el Martin Fierro: ''Es mejor que aprender mucho / el aprender cosas buenas.'' 

Rinnovamento nella Tradizione - Delegacion Argentina

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