lunes, 5 de mayo de 2014


De todos es sabido que excusatio non petita, acusatio manifesta. Pasada la resaca de la apoteosis postconciliar, se ha salido al paso de las canonizaciones del pasado domingo recordando que las mismas son una prueba de la infalibilidad papal, dogma de Fe desde el Concilio Vaticano I. ¿Por qué se ha tenido que decir ahora esto? Sin duda alguna la Iglesia ha vuelto a demostrar que nadie como ella puede mover casi dos millones de fieles, más de 150 delegaciones internacionales con un cuantioso número de jefes de Estado al frente de las mismas, o, sobre todo, 2.000 millones de personas ante las pantallas mientras soplan vientos de guerra mundial.
Pareciera que Wojtywa ]hubiera salido de la tumba en uno de aquellos actos multitudinarios que tanto le gustaban. Pero este acto, señalan algunos, puede ser el mayor error cometido hasta el momento por Papa Francisco . La homilía merece ser analizada y destripada. El leit motiv de la misma es el Vaticano II y la vuelta a los orígenes. ¿A qué orígenes? La lectura de los Hechos de los Apóstoles le vino al pelo, tan exaltada por el modernismo, pero es necesario decir que el concilio fue ecuménico y no dogmático y que en él están los orígenes del actual estado de la Iglesia. Antes del mismo templos y seminarios estaban llenos. Hoy da pena ver cómo está todo, por la pérdida de la transcendencia, del misterio, por haber desplazado a Dios y haber puesto al hombre en el centro de todo. Lo que no consiguió Lutero , lo consiguió Roncalli , volviendo la Iglesia materia pura y dura.
De ese materialismo, plasmado en el liberalismo y el marxismo (ambos condenados por el Magisterio y contrarios por tanto a enseñanzas posteriores) nacen los movimientos que destruyen desde dentro el catolicismo, algunos considerados conservadores y otros progresistas. Ya era tarde cuando Pablo VI dijo que el humo del demonio se había colado por las rendijas de la Iglesia. Pocos saben que a la muerte de Pío XII el elegido fue el Cardenal Siri con el nombre de Gregorio XVII , con fumata blanca incluida, pero los modernistas lo obligaron a renunciar y eligieron a Juan XXIII . Del pontificado de Juan Pablo II vienen el desgobierno, el culto a la personalidad, el camuflar gravísimos delitos cometidos dentro que combatiría más tarde Benedicto XVI . Pero los pontificados de los que han sido elevados a los altares tienen mucho en común: el ser títeres del sionismo, la masonería y del capitalismo más deshumanizado.
Muchos católicos el domingo pasado se sintieron profundamente dolidos ante ese lavado generalizado de conciencias de muchos de los mitrados presentes y el engaño en el que se ha sumido al pueblo de Dios con esta ceremonia de confusión en la que se han dado muchos pasos atrás.


Foto:EFE / J. J. GUILLEN


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