domingo, 24 de julio de 2016




Platón 
por Gianni Ruzzier

Podrá parecer extraño, pero mientras en nuestros salones de la cultura por empezar con el ministro Giannini, se hace muy poco por mantener vivos los liceos clásicos y mientras en las escuelas no se estudia mas el latín y el griego, tomadas como lenguas obsoletas y lejanas del modo de vida actual, no nos damos cuenta que sin hacer referencia a los clásicos nada se podrá realizar en este mundo ya al borde del suicidio cultural donde aparece más que nunca el pensamiento de un tal Platón, cuya lectura me gustaría proponer a vuestra gentil atención, también porque resulta el cuadro exacto de lo que está sucediendo hoy.. y no solo en nuestra casa.

De ''La República''


-Pienso que, cuando una cíudad gobernada democráticamente y sedienta de libertad tiene al frente a unos malos escanciadores y se emborracha más allá de lo conveniente con ese licor sin mezcla, entonces castiga a sus gobernantes, si no son totalmente blandos y si no le procuran aquélla en abundancia, tachándolos de malvados y oligárquicos.
-Efectivamente, eso es lo que hacen -dijo.
-Y a quienes se someten a los gobernantes -dije- les injuria, como a esclavos voluntarios y hombres de nada; y a los gobernantes que se asemejan a los gobernados y a los gobernados que parecen gobernantes los encomia y honra así en público como en privado. ¿No es, pues, forzoso que en una tal ciudad la libertad se extienda a todo?
-¿Cómo no?
-Y que se filtre la indisciplina, ¡oh, querido amigo!,en los dominios privados-dije- y que termine por imbuirse hasta en las bestias.
-¿Cómo ha de entenderse eso que dices? -preguntó.
-Pues que el padre -dije- se acostumbra a hacerse igual al hijo y a temer a los hijos, y el hijo a hacerse igual al padre y a no respetar ni temer a sus progenitores a fin de ser enteramente libre; y el meteco se iguala al ciudadano y el ciudadano al meteco y el fotastero ni más ni menos.
-Sí, eso ocurre -dijo.
-Eso y otras pequeñeces por el estilo -dije-: allí el maestro teme a sus discípulos y les adula; los alumnos menosprecian a sus maestros y del mismo modo a sus ayos; y, en general, los jóvenes se equiparan a los mayores y rivalizan con ellos de palabra y de obra y los ancianos condescendiendo con los jóvenes, se hinchen de buen humor y de jocosidad, imitando a los muchachos,para no parecerles agrios ni despóticos.
-Así es en un todo -dijo.
-Y el colmo, amigo, de este exceso de libertad en la democracia -dije yo- ocurre en tal ciudad cuando los que han sido comprados con dinero no son menos libres que quienes los han comprado.Y a poco nos olvidamos de decir cuánta igualdad y libertad hay en las mujeres respecto de los hombres y en los hombres respesto de las mujeres.
-Así, pues, según aquello de Esquilo, ¿«diremos cuanto nos vino ahora a la boca»? -preguntó.
-Sin dudarlo -contesté-, y lo que digo es esto: que, por lo que se refiere a las bestias que sirven a los hombres, nadie que no lo haya visto podría creer cuánto más libres son allí que en ninguna otra parte, pues, conforme al refrán, las perras se hacen sencillamente como sus dueñas, y lo mismo los caballos y asnos, que llegan allí a acostumbrarse a andar con toda libertad y empaque, empellando por los caminos a quienquiera que encuentren si no se les cede el paso y todo lo demás resulta igualmente henchido de libertad.
-Me estás contando -dijo- mi propio sueño   pues a mí me ha ocurrido eso más de una vez cuando salgo para el campo.
-¿Y conoces -dije- el resultado de todas estas cosas juntas, por causa de las cuales se hace tan delicada el alma de los ciudadanos que,cuando alguien trata de imponerles la más mínima sujeción, se enojan y no la resisten? Y ya sabes, creo yo, que terminan no preocupándose siquiera de las leyes, sean escritas o no, para no tener en modo alguno ningún señor.
-Muy bien que lo sé -contestó.

-He aquí, ¡oh, amigo! -dije-, el principio ,tan bello y hechicero, de donde, a mi parecer, nace la tiranía.
-Hechicero en efecto -replicó-; pero ¿qué es lo que viene después?

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