miércoles, 29 de marzo de 2017





Por Ignacio Crespí de Valldaura de Gonzalo

Más de uno se habrá preguntado por qué Don Pepone es tan tierno, jovial, risueño, divertido y cómico en la vida cotidiana y tan firme y contundente a la hora de defender sus valores.  

Esta incógnita queda despejada por una magnífica, impecable y lapidaria frase cuya autoría se le atribuye al Padre Reginald Garrigous-Lagrange, aunque no sé, a ciencia cierta, si fue pronunciada por el susodicho. Esta incertidumbre no me impide suscribirla de cabo a rabo, ni me lleva a dejar de utilizarla para resolver este misterio. La misma dice así: "La Iglesia es intolerante en los principios porque cree; Pero es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia son tolerantes en los principios porque no creen; Pero son intolerantes en la práctica porque no aman".

Yo, como católico practicante, soy tolerante en el trato porque amo al prójimo -de ahí mi ternura corderil y arrolladora simpatía- e inamovible en los principios porque me los creo y porque, al igual que Chesterton, pienso que quien no tiene unos valores sólidos, acaba dejándose arrastrar por aquello que se llama moda. Por esto último, mucha gente de convicciones escasamente firmes, de ideales delicuescentes, se abandona a la manera de pensar que está de moda en cada momento, yendo de una cosa en el presente y habiendo ido de otra 10, 20, 30, 40, 50, 60, 70, 80 ó 90 años atrás. Ejemplos sobran a mansalva, a raudales. 

Jesucristo, también, se rigió por este modus vivendi y operandi de tolerante en el trato e inamovible en sus valores. Salió en defensa de una prostitutaapedreada, pero no por ello dejó de  considerar pecado la prostitución. Perdonó e incluso, terminó beatificando al Buen Ladrón, sin que este gesto significase que le pareciese bien robar. Amó a los fariseosborrachos,sodomitasadúlteros y fornicarios,  pero eso no le impidió condenar, con el fuego eterno, el fariseísmo, las borracheras, el ejercicio de la sodomía, el adulterio y la práctica de la fornicación

La falta de capacidad para deslindar la simpatía en el trato y la firmeza en los principios lleva a los medios de comunicación -o de manipulación- a malinterpretar al Papa Francisco y a considerarle más heterodoxo que los anteriores sumos pontífices. Sus valores, su Catecismo y su Fe en Dios son iguales que los del resto de los vicarios de Cristo. Porque su carácter extrovertido y dicharachero le lleve a mostrarse más cercano con el pueblo, no quiere decir que consienta los pecados del mismo. Que le estreche la mano a un homosexual, a un transexual, a un comunista, a un dictador o a tiburón de las finanzas, no significa que apruebe el matrimonio gay, el cambio de sexo, confundir caridad con socialismo, las dictaduras, ni el ultracapitalismo de los depredadores financieros.

En resumidas cuentas, para amar a y llevarte bien con alguien, no hace falta acostarte con su ideología.

0 comentarios:

Publicar un comentario