lunes, 11 de marzo de 2019







Por Ezequiel Toti*

Durante la revolución francesa el culto católico fue abolido y reemplazado por nuevas deidades tales como el genérico ‘’ser supremo’’ y ‘’la diosa razón’’ esta ultima representada por una desafortunada trabajadora sexual durante una grotesca ceremonia en Notre Dame.
Siglos mas tardes el mediocre y repetitivo (pero siempre confiable) recurso de atacar a los símbolos religiosos de la población mayoritaria vuelve a verse, ya no a manos de jacobinos que exige derechos reales sino a manos de activistas de clase media que lejos de culpar a la Monarquía de todas sus desgracias reposan en el enemigo invisible del patriarcado.
Este 8 de marzo y sus movilizaciones en Argentina, alejados del carisma de las primeras feministas, dejan como saldo más de una docena de templos vandalizados, varios edificios públicos, hechos de violencia de todo tipo y muestras de odio religioso, una en particular llamo mi atención : aquella estatua de la Virgen de la Medalla Milagrosa con pañuelo verde, exhibida en un centro cultural del gobierno, y cuyo original o una réplica fue paseado en procesión tal como se hiciera siglos antes con la diosa razón.
Ante esto no puedo evitar preguntarme ¿A quién puede molestarle la representación de la humilde por excelencia? Me refiero a esa Virgen que bajo la advocación de Lujan en hospitales ofrece alivio al enfermo y sus familiares, en comisarias protección maternal al policía y consuelo al criminal arrepentido, y que una vez al año mueve a miles de fieles y curiosos a caminar kilómetros esperanzados en un futuro mejor para el país y sus familias.
Como si fuese una prioridad algunos políticos ya lo han intentado antes pidiendo remover los crucifijos en edificios públicos, como si el símbolo del sufrimiento por amor, de mansedumbre del fuerte, fuese algo ofensivo y repudiable.
Lo cierto es que mientras muchos ciudadanos activistas vean en la Iglesia (o lo que se les dijo que es la Iglesia, que en realidad somos todos los bautizados) el origen de todos los males de la historia, pese a esto seguirán habiendo religiosos consagrando su vida a rezar en soledad por el bien de la humanidad, seguirán existiendo monjitas llevando alivio a esos hospitales, sacerdotes llevando la reconciliación a las cárceles y ciudadanos de a pie que lucharan por un mundo mejor con humildad, en silencio y sin violencia.
Este dañino espíritu progresista que le vende a las nuevas generaciones una supuesta evolución, está en los hechos llevando a un triste retroceso a la humanidad, nos lleva a esa misma revolución que en Francia produjo una matanza que fue denominada ‘’el reinado del terror’’.
¿No se derramo suficiente sangre en la Argentina?


*Vicario para la Argentina de Sodalitas Pastor Angelicus y Vicepresidente Internacional de Rinnovamento nella Tradizione
*Propietario de Traditio Magazine

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