Hoy en la festividad de Nuestra Señora de Lujan, patrona de la Argentina, una de las mejores maneras de dar testimonio de la veneración que le rinde su pueblo sea a través de la figura del ''negro'' Manuel.
Este hombre traído de África como esclavo, traía consigo la simpleza que es propia de su pueblo, que sin una peligrosa idealización étnica podemos afirmar que no esta tan cargado de falsas necesidades, vanidades e inseguridades como nuestra sociedad; y siendo humilde de casta también lo fue en conducta entregándose a su vez a la Reina y Madre mas humilde.
Luego de un tiempo en Brasil, ya vendido como esclavo, llego al Rio de La Plata con solo veinte años de edad donde presencio en la estancia de Don Rosendo un milagro atribuido a la Virgen, y de este modo quedo en dicha estancia al cuidado de la imagen que la representa consagrado su vida a la Virgen.
La Tradición narra que Manuel realizaba curas milagrosas con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen que de noche salia a dar consuelo a sus hijos, este hombre aun después de la muerte de Don Rosendo siguió leal a su misión, eligiendo hacerse esclavo de Dios, en esa contradicción que es la cruz, donde el santo elige libremente ser esclavo y le rinde a Su Padre lo único que esta en grado de ofrecerle el ser humano: su voluntad.
El entendió que la Virgen no era un mero arquetipo como sostienen los sofistas de nuestra era, tampoco ella es una mera imagen de yeso a la usanza idolatra pagana como sostienen los protestantes, ella es un ser real, una Madre, a quien bajo esta certeza le dedico su vida.
Traditio Magazine
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