Por Jorge Prina
Mucho se puede hablar de la independencia y nuestras conquistas criollas, pero centrémonos en ese grupo de gauchos que apoyaron al General Don José de San Martin, resistiendo y diezmando tropas godas en la región del norte, hablamos de Don Martin Miguel de Guemes y sus Infernales.
El 8 de febrero de 1785. nacía Martín Miguel Juan de la Mata de Güemes Montero Goyechea y La Corte, quien con sangre llena de un millonario abolengo y prosapia, moriría como una rata en un improvisado catre de campaña, hecho de palos de algarrobo y tientos de buey, tirado a la intemperie y con las estrellas como único techo de sus días finales, bajo un cebil entre los montes de la aislada Cañada de la Horqueta.
Fue Güemes el único general de nuestra historia, caído en acción de guerra defendiendo los intereses de una incipiente patria, tenía 36 años cuando muere. Había sido herido por una bala, defendiendo como tantas veces su Salta natal. Siguió peleando atado al pescuezo de su caballo para no mostrarle al enemigo la gravedad del suceso y, desde esa posición estoica, continuar infundiendo en sus gauchos el arma invencible que caracterizó la gesta norteña: el coraje.
Fue Güemes el único general de nuestra historia, caído en acción de guerra defendiendo los intereses de una incipiente patria, tenía 36 años cuando muere. Había sido herido por una bala, defendiendo como tantas veces su Salta natal. Siguió peleando atado al pescuezo de su caballo para no mostrarle al enemigo la gravedad del suceso y, desde esa posición estoica, continuar infundiendo en sus gauchos el arma invencible que caracterizó la gesta norteña: el coraje.
Guemes había realizado una guerra de recursos o de guerrillas desde 1814 (cuando fue comandante de avanzada en el Río Juramento) y hasta la victoria obtenida en el Puesto Grande del Marqués. Durante ese lapso cumplió su labor al frente de milicias gauchas auxiliando al Ejército del Norte.
A partir de 1816, cuando se le encomendó la defensa de las Provincias, la situación varió fundamentalmente. Tuvo que encarar un vasto plan de operaciones con sólo las fuerzas a su mando. Así actuó durante cinco años, hasta su muerte el 17 de Junio de 1821, conteniendo siempre las invasiones realistas.
Nunca sostuvo una batalla campal al estilo clásico porque sabía bien que no contaba con fuerzas ni armamento adecuados para vencer en este tipo de combates. Imaginó otro tipo de lucha, al estilo de la guerra de guerrillas o de recursos que ya había efectuado anteriormente –secundando al ejército- pero mucho más vasta y profunda. Ya no fueron operaciones secundarias, complementarias o de avanzada, a cargo de una sola división. Fue todo un ejército, integrado fundamentalmente por milicias y que llegó a tener 6.610 hombres, con el que enfrentó a calificadas fuerzas regulares, compuestas también por miles de soldados.
Sable que perteneció al General Belgrano y luego al General Guemes |
La zona de los combates fue muy grande. Se extendía desde el extremo sur de la actual Bolivia hasta el Río Juramento, de norte a sur, y desde la zona de San Pedro de Atacama (hoy pertenece a Chile) hasta el departamento de Orán, de oeste a este. Alrededor de 150.000 Km2. A veces el enemigo penetró simultáneamente por distintos pasos pero como el prócer tenía adecuadamente distribuidas sus fuerzas y contaba con exploradores y partidas volantes, siempre había milicianos en condiciones de enfrentar al invasor o de requerir los auxilios necesarios.
Dentro de este extenso escenario la forma de obrar de las fuerzas de Güemes fue la siguiente: atacar por los flancos y la retaguardia, inmediatamente después que el ejército enemigo comenzaba la invasión. El ataque tendía siempre a ser sorpresivo y estaba a cargo de grupos o partidas que se retiraban antes de que el enemigo pudiera organizar la defensa. Los ataques se repetían una y más veces, de día y de noche, mientras avanzaba el invasor. Cuando éste se detenía y destacaba una o más divisiones en busca de alimento, eran acosadas constantemente por los gauchos. En algunos casos, cuando las partidas que destacaba no tenían muchos soldados, había enfrentamientos en campo abierto y más de un triunfo completo de las milicias gauchas. En tales ocasiones los vencedores regresaban con algunos prisioneros y era raro el soldado enemigo que retornaba al lugar donde había acampado el invasor.
Cuando el invasor había sido contenido, varios escuadrones de gauchos ya estaban preparados para actuar durante la retirada del enemigo. Y nuevamente ocurría el ataque por los flancos y la retaguardia, de día, de noche, en marcha o durante el descanso y durante todo el tiempo que los realistas tardaban en evacuar el territorio salto jujeño.
Así fueron rechazadas todas las invasiones. Desde que Güemes estuvo a cargo de la defensa, la primera invasión fue la comandada por el general José de la Serna, quien llegó de España a fines de 1816 con oficiales y tropas que habían vencido a fuerzas de Napoleón Bonaparte. Fue la invasión más tenaz y durable. El invasor creyó que en menos de un año llegaría triunfante a Buenos Aires. El 22 de setiembre de 1816, a los cinco días de haber desembarcado en el puerto de Arica, La Serna escribía al virrey Pezuela: “Creo podría lisonjearme al asegurar a V.E. formaría un cuerpo de ejército capaz de entrar a Buenos Aires para el mes de mayo del próximo año”. Lo que realmente ocurrió fue que en mayo de 1817 José de la Serna y su ejército emprendían la retirada desde el Valle de Lerma (Salta) ante la imposibilidad de superar la acción defensiva de las milicias gauchas de Güemes y dadas las constantes bajas que sufrían. Lo mismo ocurrió con los demás ejércitos invasores que siguieron sus pasos. Ninguno pudo atravesar la Intendencia de Salta.
La Maroma "el lazo que deguella"
Ahora viendo un poco más sus tácticas en combate, vamos a contar algunas, como la maroma, este es un lazo, el cual, a veces se alargada con otro sostenido tirante entre dos jinetes, a galope tendido, decapitaba cuanto realista encontraba. Y así como llegaban estos criollos, se iban, dejando una que otra cabeza goda en la tierra, me recuerda esa rara fijación criolla por el degüello, que acompaño la historia argentina tanto tiempo.
Don Miguel y sus infernales se valieron de técnicas que dejaron a los realistas desorientados, recordemos que eran gauchos, criollos, hábiles en el uso de esas armas con las que nacían y mataban…o morían ; solían enlazar a los oficiales y huir al galope, todos sabemos la habilidad del criollo para enlazar, dejando tropas realistas acéfalas, fáciles de dominar, otra acción que realizaban era la maroma uno o dos lazos extendidos entre dos caballos que avanzaban al galope feroz y ese lazo dejaba un reguero de heridos y de vez en cuando cabezas de los godos. Las boleadoras también protagonizaron una acción determinante, si se las toma de la unión de los tientos y se arrojan, caen con las tres bolas de frente, imaginemos una tirada asi de más de 50 infernales contra los realistas una lluvia de más ciento ciento cincuenta bolas, que dejaban un daño considerable, y todo con esa táctica de atacar, dañar, y evadir, atacar y escapar, sin duda un magnifico estratega.
Del sitio de nuestro Socio Honorario Jorge Prina, ''Esgrima Criolla''.
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