domingo, 14 de octubre de 2018




  • La Nacion

  • Pasó otro 12 de octubre y nuevamente nuestros gobernantes invisibilizaron la herencia hispana (progenitora de la identidad nacional criolla), probablemente por temor a perder el beneplácito de los poderes de turno que condenan a todo aquel que se sale de los cánones de lo políticamente correcto. El pobre navegante genovés sigue en un rincón de la ciudad casi como castigado por cosas que no hizo, como chivo expiatorio de todos los males que se le adjudican injustamente al hombre blanco, como si este fuese el único que ha cometido errores, errores que por cierto son juzgados con la vara del pensamiento actual. En un país dividido, seguimos perdiendo elementos de nuestra identidad, de aquello que nos une. Nuestros padres fundadores fueron reemplazados en los billetes por animales, el himno es cantado con símbolos ideológicos y la ofensa a lo sagrado se ha vuelto una constante y hasta motivo de orgullo. ¿Negar la historia será una estrategia de aquellos que tienen la certeza de que pasarán a los libros de historia del modo más oprobioso?
    Son nuestros gobernantes quienes deben apostar a la unidad en la diversidad, priorizando la identidad nacional, los valores y la tradición que, como una sólida roca, nos fortalecen como pueblo ante cualquier tormenta.

    Ezequiel Toti

    Vicepresidente internacional y delegado para la Argentina de Rinnovamento nella Tradizione

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