Por Ezequiel Toti*
Durante la revolución
francesa el culto católico fue abolido y reemplazado por nuevas deidades tales
como el genérico ‘’ser supremo’’ y ‘’la diosa razón’’ esta ultima representada
por una desafortunada trabajadora sexual durante una grotesca ceremonia en
Notre Dame.
Siglos mas tardes el
mediocre y repetitivo (pero siempre confiable) recurso de atacar a los símbolos
religiosos de la población mayoritaria vuelve a verse, ya no a manos de
jacobinos que exige derechos reales sino a manos de activistas de clase media
que lejos de culpar a la Monarquía de todas sus desgracias reposan en el
enemigo invisible del patriarcado.
Este 8 de marzo y sus
movilizaciones en Argentina, alejados del carisma de las primeras feministas,
dejan como saldo más de una docena de templos vandalizados, varios edificios
públicos, hechos de violencia de todo tipo y muestras de odio religioso, una en
particular llamo mi atención : aquella estatua de la Virgen de la Medalla
Milagrosa con pañuelo verde, exhibida en un centro cultural del gobierno, y
cuyo original o una réplica fue paseado en procesión tal como se hiciera siglos
antes con la diosa razón.
Ante esto no puedo
evitar preguntarme ¿A quién puede molestarle la representación de la humilde
por excelencia? Me refiero a esa Virgen que bajo la advocación de Lujan en
hospitales ofrece alivio al enfermo y sus familiares, en comisarias protección
maternal al policía y consuelo al criminal arrepentido, y que una vez al año
mueve a miles de fieles y curiosos a caminar kilómetros esperanzados en un
futuro mejor para el país y sus familias.
Como si fuese una
prioridad algunos políticos ya lo han intentado antes pidiendo remover los
crucifijos en edificios públicos, como si el símbolo del sufrimiento por amor,
de mansedumbre del fuerte, fuese algo ofensivo y repudiable.
Lo cierto es que
mientras muchos ciudadanos activistas vean en la Iglesia (o lo que se les dijo
que es la Iglesia, que en realidad somos todos los bautizados) el origen de
todos los males de la historia, pese a esto seguirán habiendo religiosos
consagrando su vida a rezar en soledad por el bien de la humanidad, seguirán
existiendo monjitas llevando alivio a esos hospitales, sacerdotes llevando la
reconciliación a las cárceles y ciudadanos de a pie que lucharan por un mundo
mejor con humildad, en silencio y sin violencia.
Este dañino espíritu
progresista que le vende a las nuevas generaciones una supuesta evolución, está
en los hechos llevando a un triste retroceso a la humanidad, nos lleva a esa
misma revolución que en Francia produjo una matanza que fue denominada ‘’el
reinado del terror’’.
¿No se derramo
suficiente sangre en la Argentina?
*Vicario para la
Argentina de Sodalitas Pastor Angelicus y Vicepresidente Internacional de
Rinnovamento nella Tradizione
*Propietario de Traditio Magazine
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