El Viernes Santo, “haremos memoria de la pasión y de la muerte del Señor. Jesús quiso ofrecer su vida en sacrificio por la remisión de los pecados de la humanidad, eligiendo con este fin la muerte más cruel y humillante: la crucifixión”.
En este sentido, existe “una conexión inescindible entre la Última Cena y la muerte de Jesús”, pues en la primera, “Jesús entrega su Cuerpo y su Sangre, es decir, su existencia terrena, a sí mismo, anticipando su muerte y transformándola en un acto de amor”. “De este modo, Jesús se convierte en la clave para comprender la Última Cena, que es la anticipación de la muerte violenta en sacrificio voluntario, en acto de amor que redime y salva al mundo”
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