viernes, 7 de abril de 2023


Foto Ignacio Blanco / Los Andes


Por Ezequiel Toti

La muestra «8M Manifiestos Visuales» realizada en la Universidad Nacional de Cuyo en la provincia de Mendoza (Argentina) montada con imágenes blasfemas terminó con destrozos luego de ser reiteradamente denunciada por su carácter socialmente ofensivo y cristianofobico, entre las obras expuestas se encontraban una vagina que simulaba lo que parecía ser el manto de la Santísima Virgen y en otra, se presentaba el cuerpo de una mujer desnuda crucificada como si fuese Cristo, pero para cuyo rostro fue utilizado un cráneo animal, aparentemente un burro.

Repasemos un poco porque los cristianos en general tienen no solo el derecho reclamar ante estas ofensas sino también la necesidad de un entendimiento holístico entre la Fe Cristiana, la teología, las políticas sociales, la filosofía y el derecho.

El Cristianismo aprecia las realidades terrenas y las desarrolla a la luz de la Fe gracias al Evangelio, la Tradición que precede al mismo permitiendo su interpretación y el Magisterio de la Iglesia, no en vano persiste el lema medieval «Gratia non destruit naturam sed perficit» (la Gracia no disminuye las cosas naturales sino que las perfecciona o las aumenta en dignidad).

En efecto la cultura medieval, sin caer en una nostalgia reaccionaria pero tampoco en la injusta leyenda negra sobre esta era, tiene mucho para redescubrir y completar al mundo actual y esto debería incluir la conjugación de Fe, política y ética.

Se hace cada día mas claro que no podemos dejar la política en manos de quienes la usaran en detrimento de nosotros, es decir dejarla en aquellos que creen que todo es moralmente relativo y si bien no es culpa suya no tener el don de la Fe, voluntariamente ridiculizan a aquellos que si lo tienen.

Comunicados políticamente correctos de las propias entidades cristianas muestran un pseudo-pacifismo que no tiene nada que ver con la mansedumbre evangélica, pues hasta nuestro Señor Jesucristo ha mostrado su santa ira ante los mercaderes en el Templo y si bien es el Cordero de sacrificio también es el León de Judá. 

Hablar de Paz en aquellas Naciones Cristianas significa (o debería significar) hablar de la Pax Christi y no solo de la Pax Augusti, la paz no como la da el mundo sino la auténtica Paz que viene de Cristo.

Como solía afirmar el Papa Juan Pablo II, de Santa memoria, pastor y actor fundamental en sucesos de innegable valor geopolítico: la Paz es tal si viene de la mano de la justicia, la verdad, la libertad y el amor. 

Una paz que no respeta estas condiciones no es realmente paz.

Puntualmente sobre la justicia, Santa Catalina, la valiente mujer que aun siendo iletrada (pero si evangelizada y que se atrevió a corregir a un Papa y bien podría ser una figura ejemplar para muchas jóvenes que eligen formas ideologizadas de femineidad) afirma según su doctrina política que en la obtención de la paz la justicia juega un rol fundamental, pues no habiendo justicia en la sociedad no puede haber paz, pues esta es necesaria para el crecimiento moral y social de un Estado.

¿Qué sucede en el sistema judicial de aquellos paises que detentan crucifijos en sus recintos?

Cabe destacar que su obra principal “Dialogo della Divina Provvidenza” poco antes de su muerte en el año 1400 y que fue dictada al igual que todos sus escritos, que en este escrito ha aplicado  fiel a la doctrina católica que ha sabido discernir el tomar de los romanos el derecho, de los griegos la filosofía y la democracia (fenómeno que se da por excelencia en ambientes cristianos) los principios teológicos y filosóficos que son la columna vertebral de una sociedad sana moralmente, y que lo ha hecho de manera sublime, mereciendo hoy mas que nunca su promoción y difusión.

Pese a las licitas decepciones y abatimiento social, la política no es en su propia naturaleza algo malo, es por esto que nuestra obligación hoy mas que nunca es sembrar en ese terreno un autentico orden moral objetivo, sin negociar principios y valores, elevando políticos coherentes y firmes en sus convicciones religiosas.

Buscar la paz social, incluso la propia paz entre las Naciones sin antes gozar de la paz interior del alma o habiendo logrado la paz en nuestro entorno inmediato con nuestros seres queridos no solo resulta un acto hipócrita sino un autentico fracaso, pues aunque se logre la paz entre las Naciones si no hay paz en nuestros corazones se ha, en efecto fracasado.

Mientras se priorice la paz social a costa de la ofensa religiosa y la degradación de las almas de los que fomentan el odio religioso con la excusa del arte, seremos merecedores de la famosa frase de Winston Churchill: "El que se humilla para evitar la guerra, tiene primero la humillación, y después la guerra''.-


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