viernes, 20 de junio de 2014



Por Francisco Acedo


Mal comienzo de semana, el Santo Padre se encuentra indispuesto y, por segunda vez en su pontificado, se cancela su agenda. A ella se une la repentina muerte en París del Cardenal Bernard Agré , a quien me unía una estrecha relación, acaecida pocos días después de la del Cardenal Simon Lourdusamy en la India. La muerte a todos iguala.
Pero estos acontecimientos no apagan el brillo del domingo pasado, uno de los días en los que sucede uno de los espectáculos más bellos de Roma, la lluvia de pétalos en la Basílica del Panteón desde el óculo de su prodigiosa cúpula en la solemnidad de Pentecostés, concelebrada por el Capítulo de Canónigos Mitrados y que simboliza el envío del Espíritu Santo.
Por la tarde el Papa se reúne junto a los presidentes palestino e israelí Abbas y Peres . Lo acompaña el Patriarca de Constantinopla Bartolomé . Se pone en escena un intento de acercamiento de las tres religiones, de los dos pueblos enfrentados, Palestina e Israel, y de las dos grandes confesiones cristianas, la católica y la ortodoxa. El diálogo y la paz en los jardines vaticanos, en un lugar aséptico, sin símbolos religiosos para no herir susceptibilidades. Música clásica, discursos y oraciones separadas tal y como estableció el Papa Emérito Benedicto XVI en Asís, para no caer en el tremendo error de Wojtiwa de la oración conjunta.
Antes de ello, reuniones por separado y conversaciones en los Palacios Apostólicos, ahí se intento el acercamiento. En los discursos posteriores, las declaraciones de buenas intenciones. Las reacciones no se han hecho esperar, la mayoría de las cancillerías y de medios de comunicación han alabado el encuentro, las únicas críticas han venido por parte de los sectores más extremistas musulmanes, judíos y cristianos que prefieren seguir con la violencia como vía de resolución del conflicto en lugar de optar por la diplomacia y el entendimiento. Hay quien apunta que detrás de cada sector pueden estar ciertos gobiernos que empiezan a no ver con buenos ojos el peso específico que Francisco está tomando en la escena internacional.

El Papa ya no es únicamente el referente moral o religioso, es también, y lo está consiguiendo por derecho propio, un líder en el concierto internacional. Cierto es que el Estado del Vaticano tiene poco más de quince hectáreas de territorio y unos pocos miles de ciudadanos, pero una cosa es eso y otra la Santa Sede, que es la cabeza de 1.200 millones de personas y cuya influencia en el mundo es enorme. A ese número hay que sumar los millones que admiran a Francisco por este pontificado que nos está regalando y que, una vez más, nos sorprende: no sólo es buen pastor, sino también buen estadista, además de buen gobernante que está realizando cambios internos que aún no se ven, pero de los que pronto todos hablaremos.

Foto : EFE - Claudio Peri

1 comentarios:

  1. Excelente visión. Gracias, Francisco Acedo, por los conceptos hacia el Santo Padre.

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