viernes, 7 de mayo de 2021

 


En la semana aniversario de la muerte de Napoleón Bonaparte hemos decidido traer a la memoria un hecho olvidado sobre su vida: el aproximamiento a la Fe en el ultimo tramo de su peregrinaje terrenal y la profesión de Fe que nos ha dejado.

Su conversión oficial al catolicismo es un hecho histórico al cual no se le ha dado la difusión que merece, conversión por cierto, que resulta doblemente valida ya que el mismo llego a esta decisión tras haber estudiado los cultos de la antigüedad y posteriores. 

Dejamos por lo tanto al lector este texto esclarecedor y conmovedor.

«Usted, general Bertrand, habla de Confucio, Zoroastro, Júpiter y Mahoma. Y, sin embargo, la diferencia entre ellos y Cristo es que todo lo que tiene que ver con Cristo muestra la naturaleza divina, mientras que todo lo que tiene que ver con todos los demás muestra la naturaleza terrena.

«Conozco a los hombres, y puedo decirles que Jesucristo no es meramente un hombre. Las mentes superficiales ven un parecido entre Cristo y los fundadores de imperios o los dioses de algunas religiones. Éste no es el caso puesto que tal parecido no existe. Entre el cristianismo y cualquier otra filosofía existe una distancia infinita.

«Todo lo referente a Cristo me asombra, su espíritu me anonada, su voluntad me confunde; entre Él y cualquier otro personaje de la historia del mundo no hay un solo término posible de comparación. Ciertamente Alejandro, César, Carlomagno y yo hemos fundado imperios, pero… ¿sobre qué descansan las creaciones de nuestro genio?… Sobre la fuerza. Sin embargo, Jesucristo fundó su imperio sobre el Amor y estoy seguro de que aun en esta misma hora millones de personas (de todas clases sociales y edades; voluntaria y gustosamente) darían su vida hasta la muerte por El en el día de hoy.

«Solamente Cristo ha llegado a tener tal éxito… ante las barreras del tiempo y del espacio, a través del intervalo abismal de mil ochocientos años. Jesucristo solicita lo

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