jueves, 1 de julio de 2021

 



Por Serenella Zen, con la colaboración  de Giampietro Zen.

El pasado 6 de mayo se cumplía el centenario de nacimiento de una figura quizás no tan conocida todavía como merece, pero que no dejara de atraer rápidamente la atención de un numero siempre mayor de personas.

Su vida podría ser un excelente argumento de película: un general del ejercito que, en el momento de retirarse, decide coronar otra gran vocación suya desde siempre, haciéndose hermano franciscano y después también sacerdote, para continuar a acabar su vida - vale aclarar larga e intensa!- al servicio de los demás, llevando, como amaba decir, no uno, sino dos uniformes.

En la red hay una gran cantidad de material disponible, por lo tanto me limitare a compartir, como marcador, una simple reflexión personal y a recoger algunos links para sugerir a quien desee después curiosear o profundizar la temática.

Fray Gianfranco Maria da Gignese (que hoy es Siervo de Dios en vías de beatificación) Padre Chiti, como siempre lo hemos mencionado en casa, celebro el matrimonio de mis padres y permaneció por años en amistad con nuestra familia.

En persona no he tenido el privilegio de encontrarlo, pero he crecido percibiendo la altura (no solo física) del Fray Granadero, y en estos días he sentido el deseo de profundizar todavía un poco mas el conocimiento sobre esta figura, descubriendo que este afecto de ''segunda generación'', lo experimentan también otros hijos de ex subalternos del General Chiti.

Entre los varios testimonios presentes en internet, encuentro uno que me toca particularmente por un pasaje. Se dice en el video que cuando el General Chiti encontraba en el cuartel a alguno cabizbajo o aparentemente abatido, se acercaba al muchacho en cuestión y le encomendaba con paterno entusiasmo el tener alta la moral.

Reflexiono largamente sobre esta expresión, pido confirmación a mi padre, en base a su experiencia directa, y me confirma que siempre el General insistía sobre este punto.

Me falta aun entender, sin embargo, que entendía exactamente por ''moral''.

La moral seria la resultante de mas componentes entre ellos indisolublemente ligados: el coraje de afrontar incluso las empresas mas difíciles, un corazón combativo al centro de la propia persona y una conciencia sin arrepentimientos, fruto del conocimiento de si mismo y los propios objetivos.

Conecto el todo a nuestra contemporaneidad y, casi cansada de sentir (ab)usar el termino resiliencia, me aferro a la idea de ponernos de lado del concepto de ''corazón combativo'', traído afuera por mi padre en un segundo, justo el tiempo para despertar un recuerdo, entre sus apuntes celosamente custodiados del curso de Cadetes Suboficiales de Viterbo, donde fue cadete en 1976 bajo el entonces General Chiti.

A fin que nazca una renovación de nuestra sociedad, quizás el desafío que este tiempo nos ha reservado, no debe solo soportarse con firmeza, esperando el momento ''de volver como era antes'', sino mas bien afrontarla con coraje activo, tomando las señales positivas para desarrollar mejoras, sea sobre el plano personal, o consecuentemente, sobre el plano social.

Por esto, hoy mas que nunca, necesitamos de figuras que inspiren.

Como Padre Chiti.

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