Por Ezequiel Toti
Tras la llegada de los reyes de España a nuestro país a última hora del domingo, y tras el debido descanso, se puso en marcha el lunes el programa previsto, que incluyó la colocación por parte de Sus Majestades de una ofrenda floral a nuestro padre fundador, el General San Martín, con fanfarria y guardia militar; un encuentro en el despacho presidencial; otro con comitivas, ministros y autoridades diplomáticas de ambos países en el Salón de los Científicos; una cena de gala en la Galería del Salón de los Escudos del CCK y una visita al Congreso.
Siguiendo el itinerario, el martes el Rey Felipe VI compartió un desayuno de trabajo con empresarios de ambos países en la Cancillería, para luego visitar, junto a la Reina Doña Letizia, La Rural y encontrarse con la comunidad española.
Para finalizar, el miércoles los Reyes inauguraron junto al presidente Macri y al gobernador Schiaretti, el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE).
La llegada de los Reyes se da en el contexto mediático y (seguramente efímero) de dos reclamos a la Monarquía Española: el primero, a manos del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador quien, a través de una carta, pidió al rey que se disculpe por los atropellos de los conquistadores hace 500 años; y el segundo, otra carta, esta vez por parte del Yihad Sarasúa representando a la Comunidad Islámica de la Mezquita de Ishbilia, con sede en Sevilla, solicitando a su vez que el rey pida perdón por el supuesto exterminio islámico a manos de los Reyes Católicos.
Para los nacidos en suelo americano como un servidor, la leyenda negra anti-hispana es cosa que padecemos todos los días, mostrando una óptica muy alejada de la historia -entendida como búsqueda de la verdad propuesta por Tucidides-, y con un análisis de los hechos fuera de contexto, en muchos casos directamente ignorando las fuentes históricas y los autores serios.
Estos autores (aquellos serios), no caen en el grosero error de igualar a la actual y gran Nación mexicana con el Imperio azteca, sino que reconocen la paridad de condiciones que supuso para los habitantes la implementación de un sistema de encomiendas que eliminaba el totalitarismo de los jefes tribales, trayendo consigo la institucionalización de la propiedad privada, la ley de matrimonios mixtos por decreto de Isabel la Católica (muy lejos está el mestizaje de un supuesto genocidio), y el aporte de la evangelización que, no solo nos libera de un concepto cíclico de la historia humana, sino que, en el caso puntual del imperio azteca, liberó a su pueblo de los sacrificios humanos en los altares que oscilaban entre los 20.000 y 30.000 al año.
En lo que respecta al reclamo de la comunidad islámica es inevitable preguntarse: ¿Qué haría el firmante de la misiva y sus sostenedores si sucediese a la inversa? O también: ¿así como los reyes deberían responder por todos sus ancestros, esta comunidad debería manifestarse continuamente contra cada atentado a manos de un fundamentalista sólo por ser islámico y más aún pedir perdón por ello?
El legado hispano en nuestra bendita tierra, la cual solía tener en primerísimo plano un monumento a Colón, excede mi capacidad de síntesis, pero no por eso es menos tangible; el de la Monarquía como institución mística (independientemente de quien la represente) también.
Se suele afirmar que el monarca es el embajador por excelencia, mediador entre partes por estar encima de la lucha de partidos, reforzador de la democracia y garante de las libertades de su pueblo, algunos como el pretendiente al trono serbio, el príncipe Aleksandar Karadjordjevic van más lejos, sosteniendo que el monarca por sus lazos con otras Casas Reales facilita la llegada de inversiones.
Algunos políticos e intelectuales vieron en esta visita una suerte de sumisión ante España, al mismo tiempo que hicieron la vista gorda ante el pedido de quienes quieren ver servilmente pedir año tras año perdón a Reyes y Pontífices.
Lo cortés no quita lo valiente dice el dicho, pero ya es hora de ir superando las presuntas culpas de nuestros antepasados y en lugar de tanto ''deconstruir'', volver a construir.-
0 comentarios:
Publicar un comentario