domingo, 13 de octubre de 2019






¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
(Salmo 121)


La devoción mariana del pueblo argentino es un hecho que precede a la propia formación de su Estado y su Constitución, las distintas advocaciones de Nuestra Madre (Nuestra Señora de las Nieves en la Patagonia, de Luján en la Pampa, de Itatí en el Litoral y de Sumampa en el noroeste) dan cuenta de ello.

Tras haber servido previamente en el Puesto Sanitario 33 como voluntario de la Soberana y Militar Orden de Malta en la Peregrinación a Lujan decidí participar nuevamente pero como peregrino, y pese a algunas lesiones (no es una buena idea utilizar el mismo día para el karate y la equitación) me dispuse a llevar en mi corazón las intenciones de mis familiares y amigos hasta llegar a la meta.

Ya en los primeros tramos del camino que recorríamos con un amigo, su tío y su amiga, como espectadores que alientan a los corredores de una maratón, los vecinos nos ofrecían con mesas improvisadas en las calles agua, frutas y en horas posteriores mate cocido y bocadillos.
Grupos parroquiales, boy scouts y familias nos alentaban a seguir marchando, con una doble alegría por recordarnos que aun hay amor desinteresado en este mundo y que hay familias que lejos de dedicar su día libre a la pileta o la play station, le enseñan a sus hijos que nuestro deber como argentinos y como cristianos esta indisolublemente ligado al otro.
La imagen de una nena de alrededor de nueve años ofreciéndonos ''una naranja para el camino'' me recordó que en el mundo todavía hay inocencia. ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeños, mas le vale ser arrojado al fondo del mar! ( Mt. 18)

En este peregrinar no faltaron tampoco los oportunistas y mercaderes de siempre, que aprovechando una marcha religiosa ofrecían sus pañuelos con ideologías abiertamente antirreligiosas, y peor aun, no ha faltado quien marchara con gran confusión de ideas digna de la peor psicosis pidiendo a La Madre por excelencia por la normalización, aceptación y legalización de la matanza de sus hijos mas inocentes.

El fenómeno del peregrinar nos recuerda que nuestra Fe es mas que emoción : Tocar una imagen, llorar y aplaudir con la elección de un Papa (para luego desencantarse) o colgarnos un rosario al cuello que jamas rezaremos; nuestra Fe es un camino de vida, una elección que requerirá sacrificios y dolor, obediencia a los mandamientos nos gusten o no, que tendrá momentos de chatura emocional, de dudas (porque la Fe no es certeza) y tantos otros desencantos, pero que en ese caminar nos sabremos acompañados por todos los que hemos elegido ese camino y que lo recorremos juntos como miembros de una Iglesia teniendo como meta en esta vida, desde el lugar de cada uno, la santidad y en la próxima en encuentro con El Señor.

En algún articulo precedente he planteado el interrogante ¿A quien puede molestarle la imagen de la Virgen? ¿ A quien mas que a los soberbios puede molestarle la imagen de la humilde Virgen de Luján, que con su reconfortante, bondadosa y calma mirada nos recuerda la seguridad de la victoria del bien sobre el mal? esa es nuestra Madre, bajo cuyo manto nos refugiamos y no la diosa del planeta tierra.
Nunca uno es mas grande que cuando se hace pequeño y todos los que con humildad marcharon, pidiendo al Señor que tenga piedad de nuestros errores, debilidades y transgresiones, conscientes o no conscientes de esto, siguen haciendo grande a esta Patria.

El argentino con crisis o sin crisis, en la guerra o en la paz, seguirá orgulloso con la vista al frente marchando esperanzado y confiado en que Cristo reina sobre todas las cosas y que nuestra Madre Celestial, a quien fuera consagrada nuestra Nación, nos cubre con su manto protegiéndonos de los enemigos visibles e invisibles.

Nuestro Señor venció hace mas de dos milenios, desde ese día el sufrimiento no es un sin sentido, El venció a la muerte y reina sobre las eras, siendo infinitamente mas poderoso que todos los lobbys, los plutocratas, nuestro afán de autodestrucción o nuestro inconsciente individual y colectivo. 

El hace nuevas todas las cosas y tiene la ultima palabra, pero nos hizo libres y para que El obre, esta Nación a través de todos sus ciudadanos y representantes, debe volver a ponerlo en el centro de todo. Aun en nuestro lecho de muerte, nunca es tarde para recordar que somos una Nación cristiana, que venimos de familias cristianas y que volver a El en lugar de negarlo, minimizarlo y combatirlo es la decisión mas feliz que podemos tomar.




Ezequiel Toti y Jorge Mussi, con la bandera de nuestro Movimiento tras llegar a la Basílica de Luján.



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