jueves, 3 de abril de 2014




Por Ezequiel Toti
Que la vida comienza con la concepción no es un invento de la Fe Católica, sino que es una verdad elemental de la biología, quien niega esto esta cegado o responde a intereses inconfesables.
En esta época de ''derechos humanos selectivos'', de ''cambios necesarios'' y de la necesidad de ''evolucionar'' según cánones arbitrarios, parece lejana la figura de Balduino de Bélgica, un hombre que no hace tanto tiempo demostró coherencia con sus propios principios y a su vez respeto por su pueblo y que en mi opinión bien podría ser un abanderado de la lucha por la defensa de la vida desde la concepción.
Un 4 de abril de 1990 el pueblo belga a través de las Camaras Federales aprobaba un proyecto de ley que despenalizaba el aborto en las primeras doce semanas de embarazo pero para concluir este proceso se necesitaba la firma del Rey.
La solución a la crisis institucional que se podía avecinar fue la hábil estratagema de Balduino quien abdicó por dos días, de este modo no frenó la ley pero tampoco la firmo.
Este noble e ingenioso monarca por lo tanto fue una de esos pocos que no cedió a esa agenda mundial que impone leyes, que amontona países bajo su supuesta guía como si no quedara alternativa a los cambios de las épocas.
Balduino nos enseño que se puede separar el hombre del monarca, que no debemos quedarnos impávidos ante los cambios de las épocas sino luchar por lo que nos parece un principio no negociable y sobre todo nos enseño a vivir coherentemente la propia Fe.
-Cuantos gobernantes hoy pueden decir lo mismo?

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